domingo, 20 de noviembre de 2016

Capítulo 1

WILLIAM

-Tronco, tronco.-Repetía William.

Su amigo Rob, sin despegar el tazón de cereales de su boca, se acercó.

-¿Qué te pasa?-Preguntó.

William señalaba la pantalla del ordenador, mientras se recorría toda la habitación con la silla de ruedecillas del escritorio, alegremente.

Rob, a la par que metía una cucharada de cereales en su boca, leyó lo que su amigo había señalado.
Casi atragantándose con la leche, abrió mucho los ojos.

-Will, pareces gilipollas.-Le dijo.

-Es una pasada tío, no me jodas el momento.-Dijo Will mientras rebuscaba en su armario.

-¿Qué vas a hacer si te eligen?-Dijo Rob.

La pregunta quedó en el aire durante unos segundos. Will sacó unos cuantos aparatos de gran peso, hasta que se dignó a responder.

-¿Estás de coña? Me llevaré mis cámaras nocturnas y mis detectores de fantasmas.

Dio un beso a la lupa de su cámara, después, con mucha delicadeza, la posó en el suelo y se situó en mitad de la habitación, bailando una extraña danza.
Su amigo Rob, lo miraba con repudio.

-Eres idiota.-Soltó este.

-Estoy celebrándolo Rob, ¡Es Escocia! además, ¿Y si gano? ¿Te imaginas el premio? Podría hacerme multimillonario tronco. Me compraría una mansión y metería a muchas tías en pelota, tías con el culo muy grande. ¡Es increíble! Tengo que contárselo a mis viejos.-Dijo William metiéndose en su chaqueta y saliendo a la calle.

Rob, con los ojos en blanco, respondió:

-Por si no has leído bien, te digo que en la página no viene el premio; joder ¿Quién quiere ir a vivir a un puto castillo del terror? Nadie más que tú.

-Seguro que hay un montón de pringados como yo....y muchas tías buenas. Rob, no te preocupes por mí, me sé cuidar bien.-Dijo mientras corría a su coche.

Una vez dentro de este, arrancó el motor y abrió la ventana.

-¡Adiós capullo!.-Gritó Will desde dentro.

Rob, llevándose una vez más la cucharada de cereales a la boca, mostró a su amigo el dedo corazón y se metió de un portazo en casa.

En una parada en el semáforo, William encendió la radio y, mientras sonaba la canción "Stayin' Alive" de Bee Gees, se colocó sus gafas de sol, cantando.

Will pasó su adolescencia criándose en la calle. Sus padres se vieron obligados a dejar que este se retirará del instituto. Lo único que le interesaba en la vida era jugar al baloncesto y trabajar de actor en las grandes películas de Hollywood.
Siempre fue el pequeño abusón de colegio y el típico mal estudiante que escondía los exámenes suspensos debajo de la cama. Aunque también guardaba en secreto sus pequeñas y "extrañas" aficiones; como lo paranormal o el coleccionar las etiquetas de toda la ropa que se compraba.
También fue y sigue siendo bastante mujeriego, pues en este mundo a parte del baloncesto y una lata de cerveza, no hay nada que más le guste a William que una mujer con un buen par de delanteras.

Cuando por fin el semáforo marcó verde, ascendió lo que le quedaba de calle, volteó a la derecha y aparcó al lado del coche de sus padres.
Al salir del coche, se desabrochó un botón de su elegante camisa azul y tocó al timbre.

-Peter, abre.-Dijo la voz de una mujer desde dentro.

La puerta se abrió, dando paso a un enorme perro blanco.

-Quieto Ramsey, ni se te ocurra babear en mis zapatos nuevos.-Dijo Will, entrando en la casa.

Su padre, un hombre elegante, alto y de anchos hombros, sonrío a su hijo a forma de saludo.
William, contestó con otra de sus amplias sonrisas, mostrando sus blancos dientes.
Quitó sus gafas de sol de sus ojos y las colocó en la mesa del recibidor.

Desde la cocina, un aroma a tarta de manzana impregnaba toda estancia. Su madre se encontraba en ella, trabajando sobre sus libros de recetas.

-¡Mamá!.-Gritó Will.

Gloria, que así se llamaba, entró al salón para abrazarlo.

-Cada día estás más alto, William.-Dijo esta.

-Claro que no mamá, eres tú la que cada día se hace más chica.-Dijo Will.

Su padre, sentándose en el sofá de cuero, alzó la voz para formular la pregunta mágica.

-¿Qué quieres Will?

-Nada, vengo a contaros algo increíble.-Hizo una pausa para coger una magdalena de la cocina.-¡Puede que me vaya a Escocia! A un castillo fantasma o algo de eso. ¡Eso va a ser la hostia!

Peter, que así se llamaba el padre, puso los ojos en blanco y sin dignarse a responder, comenzó a acariciar la enorme cabeza del perro.

-Hijo, ¿Qué vas a hacer allí?.-Preguntó Gloria, un tanto preocupada.

-Es una especie de concurso. Me llevaré mis cámaras para grabarlo todo. Si filmo cosas interesantes como algún que otro fantasma, podría hacer una película impresionante. El premio me da igual, a menos que sea dinero, entonces si me interesa.-Contestó William emocionado.

-¡No me jodas!-Exclamó su padre, levantándose de un brinco con la energía de un chaval de 15 años.

Will río.

-Nos iremos de putas.-Dijo.

-¿De putas? Nos compraremos una mansión playboy si hace falta.-Dijo Peter, chocando los cinco con su hijo.

La madre, atestando un golpe en la cabeza de ambos, con el trapo de secar los platos, dio un grito enfadada, haciendo que las venas de su frente se pusieran del tamaño de sus dedos.

-¡Peter! ¡No me extraña la actitud de mi hijo, teniéndote a ti como padre!

-Mamá, no te enfades.-Dijo Will, volviendo a coger sus gafas de Sol.-No es seguro que vaya, solo eligen a unos tres o cuatro chicos de cada país.

-William, vete ya, que vamos a comer.-Contestó enfadada.

Este, besando las mejillas de su padre, se colocó las gafas y salió de casa, esta vez poniendo rumbo a su trabajo.

Aunque el cine y el baloncesto fueran sus grandes planes del futuro, en el presente, Will debía de hacerse cargo de un pequeño bar a la entrada del pueblo. Deisy, la camarera, fue dueña de este negocio desde su apertura y, pasados cuarenta y siete años, llegó la hora de su jubilación. 
Deisy decidió poner el negocio en manos de Will, pues este trabajaba en él desde que salió del instituto, convirtiéndose en un hijo para ella.

Al entrar al bar, Will se tuvo que despojar se su elegante ropa de fiesta, para meterse en su informal delantal y uniforme de trabajo.

Cuando llegó a la barra, Deisy lo saludaba con un guantazo en su trasero.

-¡Hola preciosa!.-Saludó Will.-No me pegues esos azotes que podrías ser mi madre.

-Cariño, ninguna negra tiene el privilegio de tocarte el culo más que yo.-Contestó esta.

El chico río y, acto seguido, se olvidó de todo y se concentró en su trabajo. Aunque su apariencia engañe, se trata de una persona capaz de dejar atrás el cachondeo para trabajar con responsabilidad y madurez.

Después de haber servido en unas cuantas mesas, se sentó, para tomar un pequeño descanso.

Bebiéndose una jarra de cerveza, de la tele del bar comenzó el señor de las noticias a hablar de algo que le resultaba familiar.

"El castillo se sitúa en Escocia. Hace un año que lo reformaron conservando su imagen medieval,pero los acontecimientos paranormales que tienen lugar allí, nunca han cesado. Nuestros compañeros de los informativos han verificado que la retención por países comenzará en menos de 48 horas.
Este año las elecciones serán obligatorias, es decir, todo aquel que se haya inscrito y que haya sido elegido, deberá cumplir con su promesa de transición. De lo contrario, su vida podría sufrir graves consecuencias. Las razones de este reclutamiento obligatorio y su finalidad, son información completamente confidencial del estado.
La cuenta atrás empieza, mucha suerte a todos los elegidos"

-Están locos.-Dijo Deisy.

-Mierda.-Dijo Will.

Su morena piel, palideció al escuchar al señor de las noticias.
Rápidamente, cogió su móvil y buscó, con las manos temblorosas, la página en la que se había inscrito al viaje.
Cuando la encontró y pinchó en "borrar inscripción" apareció una ventana en la cual se leía: "Las inscripciones son irrevocables"

-Mierda, mierda, mierda.-Volvió a decir.

-Hijo, espero que no te hayas apuntado a eso.-Dijo Deisy mirándolo preocupada.

Will asintió.

-Joder.-Dijo ella.

Sin decir más nada, Deisy le dio el resto del día libre, para que intentara olvidarse de lo que había escuchado en la televisión.

William, dentro de su coche, escuchando "Great Balls of fire" de Jerry Lee Lewis, comenzó a mentalizarse de que todo estaba bajo control.

Cuando metió las llaves en el contacto y arrancó el coche, la luz de su móvil iluminó el interior.
Un número desconocido lo estaba llamando.






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